Ir al centro comercial mejora la salud mental y reduce la soledad
MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
Un equipo de salud pública de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida ha verificado que los centros comerciales ayudan a reducir el aislamiento y la soledad. Lo hacen al actuar como un “tercer lugar”: un espacio social que no es el hogar ni el trabajo, y que permite relajarse, conectar y sentirse parte de una comunidad.
Durante años, esa función se asoció a espacios como cafeterías, bibliotecas, iglesias o centros comunitarios. En la actualidad, según este análisis, los centros comerciales suelen asumir ese papel de forma habitual.
- El centro comercial como tercer lugar
- Diseño del estudio en Ostfold
- Un espacio inclusivo para habituales y recién llegados
- Rutinas diarias y contactos casuales
- Accesibilidad, consuelo y ansiedad social
- Infraestructura social y ciudades habitables
- Temporada festiva y relaciones presenciales
El centro comercial como tercer lugar
La investigación describe el centro comercial como un punto de encuentro que va más allá del consumo. Se presenta como un entorno donde es posible descansar, pasar el tiempo y mantener un vínculo social, incluso sin planes previos ni obligaciones.
En ese marco, el centro comercial aparece como un lugar neutral y activo. La presencia de otras personas, el movimiento constante y la posibilidad de permanecer en el espacio facilitan una sensación de pertenencia.
Diseño del estudio en Ostfold
Para el trabajo, publicado en Science Direct, se eligió un centro comercial consolidado en Ostfold. Antes de recopilar información sobre los visitantes, se realizaron observaciones y se mantuvieron conversaciones con el personal.
El investigador Gry Rustad Pettersen explicó que el objetivo era entender el uso social de estos espacios. Para ello se aplicó un método específico: entrevistas a visitantes mientras recorrían el centro comercial, conocidas como entrevistas de acompañamiento.
Un espacio inclusivo para habituales y recién llegados
Los resultados señalan que los centros comerciales funcionan como espacios sociales y forman parte de la infraestructura social. Se describen como lugares inclusivos tanto para quienes acuden con frecuencia como para quienes llegan por primera vez.
En las entrevistas, se consideró satisfactorio el simple hecho de estar en un ambiente dinámico. Ese contexto, según lo observado, crea condiciones en las que pueden surgir amistades y vínculos con el paso del tiempo.
Para muchas personas, el centro comercial no se limita a las compras. Se convierte en un centro social y, en algunos casos, en una parte estable de la rutina diaria.
Rutinas diarias y contactos casuales
Los visitantes habituales, en especial los adultos mayores, tienden a organizar horarios y recorridos concretos. Se registraron pautas repetidas: acudir a determinados lugares a la misma hora, caminar por los pasillos, observar el entorno y disfrutar del ambiente general.
En varios casos, la visita se entiende como una salida cotidiana. También se identificó una idea recurrente: la necesidad de salir de casa. Para algunas personas mayores, estas visitas representaban una de sus pocas oportunidades de contacto social.
En ese contexto, se valoró estar cerca de otras personas sin la obligación de conversar. La observación de la gente se describió como algo entretenido y, a la vez, reconfortante.
Los encuentros breves, como una sonrisa o un saludo rápido, se asociaron a una mejora del ánimo y a un mayor sentido de pertenencia. En ocasiones, esos intercambios pequeños derivaron en relaciones más profundas, reforzadas por la repetición y por compartir el mismo espacio.
Accesibilidad, consuelo y ansiedad social
El estudio también subraya la importancia de la ubicación y el acceso. Muchos centros comerciales se sitúan en zonas céntricas o cuentan con conexiones sencillas en transporte público, y esa comodidad incrementa su atractivo.
Pettersen señaló que estos espacios pueden ofrecer consuelo en momentos de soledad o estrés. Además, pueden actuar como un lugar seguro para aliviar la ansiedad social.
Entre los testimonios recogidos, se menciona el caso de una persona que pasaba horas cada día en la misma cafetería. Empezó pidiendo café mediante una app y, después, pasó a hacerlo en persona. Con el tiempo, se hicieron más frecuentes las conversaciones informales, y se marcó como objetivo iniciar una charla por iniciativa propia.
Infraestructura social y ciudades habitables
Los investigadores recuerdan que una parte relevante de la interacción cara a cara ha sido reemplazada por la actividad en línea. Este cambio afecta de forma especial a los adultos mayores, que pueden experimentar más aislamiento.
En ese escenario, el centro comercial se ha convertido de manera discreta en un apoyo para muchas personas. La investigación sostiene que estos espacios ya forman parte de la infraestructura social que contribuye a que las ciudades sean más habitables.
De cara al futuro, Pettersen indicó que cualidades como la accesibilidad, la neutralidad y la vitalidad explican el valor social de los centros comerciales. Según esta perspectiva, esas características podrían inspirar otros espacios públicos. La creación de más lugares con rasgos similares se plantea como un elemento relevante para construir comunidades y ciudades más saludables y conectadas.
Temporada festiva y relaciones presenciales
Con la temporada festiva en marcha, el texto destaca la importancia de las redes sociales presenciales. Aunque las compras en línea pueden ahorrar tiempo, no sustituyen gestos simples como compartir una sonrisa, escuchar risas o sentirse parte de una comunidad.