viernes. 29.03.2024

Hari Budha Magar, residente en Canterbury, alcanzó la cima a las 15.00 horas del pasado viernes, tras haber iniciado el ascenso el 17 de abril, 13 años después de perder las piernas por la explosión de un artefacto explosivo improvisado.

Cualquiera que conozca la historia de la guerra sabe de la valentía y el excepcionalismo casi míticos de los ghurkas. Hari es una de esas personas: Ghurka es un término histórico para referirse a un guerrero nepalí y un término jurídico moderno para referirse a un combatiente extranjero nepalí que no se considera mercenario según la Convención de Ginebra.

Frente a ese legado, el logro de Hari es quizá de esperar, aunque ciertamente no se sentía así hace 13 años, luchando contra el alcoholismo y la depresión.

"Crecí en Nepal, hasta los 19 años, y vi cómo se trataba a los discapacitados en aquellos pueblos remotos", afirma. "Mucha gente sigue pensando que la discapacidad es un pecado de la vida anterior y que eres la carga de la tierra. Yo mismo lo creía porque eso es lo que vi. Así crecí".

Intentó suicidarse un par de veces, pero finalmente decidió escalar el Everest en su lugar. Sin embargo, había una cumbre legal que conquistar en su Nepal natal antes de poder abordar la Montaña Tan Alta Que Ningún Pájaro Puede Sobrevolarla.

El gobierno nepalí había prohibido a los discapacitados que intentaran subir a la montaña. Cada año mueren bastantes personas en la travesía, y las autoridades no veían razón alguna para arriesgarse. Pero Hari pudo superar ese obstáculo y prepararse para la verdadera aventura.

PA News estuvo en el campo base del Everest después de que Budha Magar, apoyado por su equipo nepalí, completara el descenso de la cima.

"Todas mis chaquetas estaban completamente heladas", dijo. "Todo estaba congelado. Incluso nuestra agua caliente, pusimos agua caliente en el termo, y también estaba congelada y no podíamos beber."

Para el ascenso utilizó diversas prótesis intercambiables, algunas equipadas con pinchos para hielo y otras con botas de montañismo.

Tras completar la misión, Budha Magar dice que quiere volver al lugar de Afganistán donde perdió las piernas para dar las gracias, porque si las hubiera tenido nunca habría escalado el Everest.