El Rey insta a cuidar la convivencia y dar ejemplo ante el "hastío"
El Rey Felipe VI dirigió su tradicional Mensaje de Navidad con un llamamiento a preservar la convivencia democrática. Tomó como referencia lo alcanzado durante la Transición, pese a las diferencias, y apeló de forma directa al diálogo, al respeto a las opiniones ajenas y a la ejemplaridad en el ejercicio de las responsabilidades públicas.
Desde el Palacio Real, como en otras ocasiones recientes, advirtió del hastío que provoca la tensión política y de la pérdida de confianza en las instituciones. También señaló las dudas sobre el futuro de los jóvenes, un contexto que, según expuso, alimenta extremismos, radicalismos y populismos.
MADRID, 24 (EUROPA PRESS). El monarca enmarcó su mensaje en dos hitos: el 50 aniversario del inicio de la Transición tras la muerte de Franco y la entrada de España en la Unión Europea el 1 de enero de 1986. Con ambos ejemplos, defendió la capacidad del país para afrontar desafíos y expresó confianza en el presente y en el futuro.
- Llamamiento a la convivencia democrática
- Transición y Constitución de 1978
- Entrada en la UE y transformación del país
- Desafíos actuales y desafección ciudadana
- Confianza, desinformación y alerta sobre extremos
- Diálogo, respeto y ejemplaridad institucional
Llamamiento a la convivencia democrática
Felipe VI pidió a los españoles proteger la convivencia en democracia y situó ese objetivo como base de la vida pública. En su mensaje, señaló que los avances colectivos han sido posibles cuando se han compartido metas comunes, y vinculó ese impulso a la capacidad de convivir en la diversidad.
En ese marco, mencionó que la tensión en el debate público genera cansancio, desencanto y desafección. Advirtió, además, de que los problemas no se resuelven con retórica ni con voluntarismo, y reclamó un enfoque sostenido para afrontar los retos.
Transición y Constitución de 1978
El Rey describió la Transición como un ejercicio colectivo de responsabilidad. Subrayó que nació de una voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo, y destacó que el conjunto del pueblo español fue protagonista de su porvenir al asumir plenamente su poder soberano.
Según expuso, quienes participaron en aquel proceso, aun con diferencias y dudas, lograron superar desacuerdos y convertir la incertidumbre en un punto de partida sólido. Presentó como lección el hecho de avanzar sin garantías, pero unidos.
En ese recorrido, situó la Constitución de 1978 como el conjunto de propósitos compartidos sobre el que se apoya el presente y la convivencia. La definió como un marco amplio, capaz de incluir a toda la diversidad del país.
Entrada en la UE y transformación del país
El monarca aludió a la incorporación de España a la Unión Europea, con entrada efectiva el 1 de enero de 1986. Recordó que el tratado de adhesión se firmó el 12 de junio de 1985 en el Salón de Columnas, el mismo espacio desde el que pronunció el mensaje.
En su intervención, señaló que esa adhesión cerró una etapa de distanciamiento con Europa, un entorno con el que, indicó, se comparten principios, valores y un proyecto común de futuro. Valoró que Europa no solo aportó modernización y progreso económico y social, sino que también reforzó las libertades democráticas.
En el balance de estas décadas, afirmó que España ha vivido una transformación sin precedentes, con consolidación de libertades democráticas, pluralismo político, descentralización, apertura al exterior y prosperidad. También destacó que la sociedad actual reúne a generaciones que vivieron la Transición y a otras que han crecido ya en democracia y libertad.
Desafíos actuales y desafección ciudadana
Felipe VI pasó a la situación presente para admitir que se atraviesan tiempos exigentes. Enumeró preocupaciones ciudadanas vinculadas al aumento del coste de la vida, el acceso a la vivienda como obstáculo para proyectos de muchos jóvenes, y la incertidumbre laboral asociada a la rapidez de los avances tecnológicos.
También mencionó los fenómenos climáticos como un condicionante cada vez mayor, en ocasiones trágico. En ese contexto, reconoció la existencia de numerosos desafíos y reiteró que el clima de tensión en el debate público incrementa el hastío y reduce la confianza.
Como síntesis de lo que, según su planteamiento, ha permitido afrontar retos internos y externos en los últimos 50 años, apuntó a voluntad, perseverancia y visión de país. Indicó que esa fórmula se ha visto en crisis económicas, emergencias sanitarias y catástrofes naturales, y la vinculó también al trabajo callado y responsable de millones de personas.
En su argumentación, insistió en que la convivencia no es un legado permanente, sino una construcción frágil. Por ello, situó su cuidado como una tarea diaria que requiere confianza.
Confianza, desinformación y alerta sobre extremos
El Rey encuadró su advertencia en un escenario internacional que describió como convulso, con crisis del multilateralismo y del orden mundial. En ese marco, afirmó que las sociedades democráticas atraviesan una crisis de confianza que afecta al ánimo ciudadano y a la credibilidad institucional.
Según expresó, extremismos, radicalismos y populismos se alimentan de esa falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo afrontar el futuro.
En su intervención, señaló que no basta con recordar que esas etapas ya se han vivido y que tuvieron consecuencias negativas, en alusión al periodo de dictadura franquista. Planteó, además, una llamada a la responsabilidad compartida para preservar la confianza en la convivencia democrática.
En ese sentido, invitó a formular preguntas sin señalar a terceros: qué puede hacer cada persona para reforzar la convivencia y qué líneas rojas no deben cruzarse.
Diálogo, respeto y ejemplaridad institucional
Felipe VI vinculó las soluciones a los problemas al concurso, la responsabilidad y el compromiso de todos. Señaló el diálogo como herramienta necesaria, y reclamó respeto en el lenguaje y escucha de las opiniones ajenas.
También pidió una especial ejemplaridad en el desempeño del conjunto de los poderes públicos, sin citar casos concretos. Añadió la importancia de la empatía y la necesidad de situar la dignidad humana, en especial la de las personas más vulnerables, en el centro del discurso y de la política.
En su mensaje, recordó que en democracia las ideas propias no pueden convertirse en dogmas, ni las ajenas en amenazas. Defendió que avanzar implica acuerdos y renuncias en una misma dirección, y no progresar a costa de la caída del otro.
El monarca definió España como un proyecto compartido, orientado a reunir y realizar intereses y aspiraciones individuales en torno a una noción del bien común. Indicó que cada etapa histórica tiene desafíos propios y sostuvo que no existen caminos fáciles.
Por último, animó a afrontar el camino con la memoria de los últimos 50 años y con confianza. Advirtió de que el miedo levanta barreras y genera ruido, y que ambos impiden comprender la realidad en toda su amplitud. Cerró destacando la iniciativa y el talento presentes en el país y la posibilidad de alcanzar objetivos, con aciertos y errores, si se emprenden de forma conjunta.