jueves. 02.05.2024

En las instalaciones del Hospital Universitario Duke en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, vio la luz Owen Monroe, quien desde su nacimiento enfrentó una afección cardíaca letal. La gravedad de su cardiopatía pronosticaba un destino fatal para el pequeño. No obstante, la aplicación de un innovador trasplante parcial de corazón, utilizando tejido vivo, marcó un hito al convertirse en el primero de su tipo y lograr salvar la vida del recién nacido. Hoy, dos años después, Owen crece de manera saludable, evidenciando el éxito de esta intervención pionera.

La salud de Owen se deterioraba de manera constante, manifestando insuficiencia respiratoria diaria. Colocarlo en una lista de espera para un trasplante completo no era una opción viable, dado que su deceso era inminente. El diagnóstico reveló que las dos arterias que conducían la sangre hacia el corazón de Owen estaban fusionadas, según informó The Independent y confirmó el Hospital Universitario Duke, escenario de la técnica pionera. Además, una de las válvulas cardíacas presentaba una fuga.

Frente a estas malformaciones, la cirugía cardíaca convencional recurre al implante de válvulas artificiales o de donantes fallecidos. Sin embargo, esta práctica conlleva la desventaja de que dichos tejidos no se desarrollan de manera proporcional al crecimiento del paciente, requiriendo intervenciones periódicas para adaptarlos a sus necesidades. En este caso, los médicos optaron por una técnica pionera, implantando tejidos vivos de un donante al bebé.

Con el propósito de asegurar que los injertos crecieran al mismo ritmo que Owen, los investigadores confirmaron, tras dos años, que su corazón late de manera normal.

La propuesta del doctor Joseph Turek, Jefe de Cirugía Cardíaca en el prestigioso hospital, fue aceptada por los padres de Owen. Esta consistía en llevar a cabo un trasplante parcial de corazón con tejido vivo, siendo la única posibilidad de supervivencia para el niño. El doctor explicó que solo el tejido vivo podría adaptarse al crecimiento de Owen, prolongando así su vida, evitando múltiples operaciones cardíacas en su corta edad. "Imaginen varias operaciones para un niño, ya una es suficiente".

La intervención, que se extendió por 9 horas, involucró la utilización de tejido cardíaco de un donante. No obstante, este no pudo emplearse para un trasplante completo debido a que, a pesar de que las válvulas estaban en buen estado, los músculos no lo estaban.

Después de unas semanas desde la intervención, Owen abandonó el hospital, convirtiéndose en un niño que lleva una vida cotidiana, dejando entrever a sus salvadores, los cirujanos del hospital universitario estadounidense, la esperanza de que esta situación perdure a lo largo de toda su existencia.

El primer trasplante parcial de corazón que salvó la vida del pequeño Owen