Tatiana supera una enfermedad y logra subir 'tresmiles' y correr medias maratones
Vivir con dolor repentino puede desconcertar a cualquiera. En el caso de Tatiana, la vida dio un giro inesperado durante la pandemia: empezó a sentir dolores muy fuertes en los pies que le complicaban cada paso. Conforme avanzaba el verano, la movilidad en sus rodillas disminuía y, además, las manos se le quedaban rígidas. Al compartir sus síntomas con su tía, que es médico, enseguida le recomendó acudir a un especialista en reumatología. Tras muchas pruebas llegó la noticia temida: artritis reumatoide.
El diagnóstico planteaba una cuestión inevitable. Al preguntar a su médico si podía curarse, recibió una respuesta contundente: "Me dijo que era una enfermedad autoinmune que no tenía cura y que era degenerativa". No era sencillo digerir esa información.
Un camino lleno de retos
A los 35 años Tatiana se encontraba con esta situación mientras cuidaba a su bebé. La enfermedad avanzó tan deprisa que le resultaba imposible levantar en brazos a su hijo. "En enero ya no podia mover ninguna articulación de mi cuerpo. Ni los dedos, ni las muñecas, ni la cadera ni el cuello ni los tobillos. Me podía mover, pero como si fuera un robot, sin doblar nada. No podía quitarme la ropa ni lavarme los dientes. Y además tenía un dolor infernal, las plantas de los pies como si tuviera agujas", recuerda Tatiana sobre esos meses complicados.
El dolor y la falta de movilidad afectaban todos los aspectos de su vida. Las tareas cotidianas se convertían en auténticos desafíos y el diagnóstico parecía incluso más difícil de asumir en plena juventud. Sin embargo, esto no le hizo detenerse.
Afrontar el día a día
A pesar de las limitaciones físicas, Tatiana continuó con su carrera de artista plástica. "No me quedé en casa deprimida. Además, en ese momento debuté en una galería de Valencia y tenía que pintar con los brazos y con el reverso de las manos", cuenta, mostrando cómo la creatividad y la pasión pueden abrirse paso aún en las circunstancias más adversas.
Los equipos médicos se centraron en intentar detener el deterioro, aunque la incertidumbre se mantenía. "No me podían asegurar que no me quedara así", explica ella misma, revelando la preocupación que le acompañaba a diario.
El desafío de superarse
Llegó entonces una nueva esperanza: acceder a un medicamento inmunodepresor experimental que solo había sido probado en unos 80 casos y que podía conllevar muchos efectos secundarios. "A pesar de los riesgos la probé porque no podía quedarme así. Y solo un mes después mi cuerpo empezó a desbloquearse, remitir los dolores y sin efectos adversos". En su situación, el riesgo valió la pena.
Su actitud optimista le llevó a plantearse nuevos retos. "Le dije a mi médico que en poco tiempo estaría corriendo y el me comentó que mejor hacer pilates o yoga". Sin embargo, el esfuerzo y la constancia dieron resultado: menos de un año después, tras mucha dedicación, completó su primer recorrido de 15 kilómetros en carrera. "La hice y en una hora y media más o menos. Que para tener artritis está muy bien". Tatiana demuestra cómo la voluntad y la superación pueden marcar la diferencia incluso cuando el futuro parece incierto.