viernes. 19.04.2024

Si cumples al menos una de estas razones, huye de esa relación

Cuando somos pequeños, todos vivimos como si fuera un cuento de hadas, las niñas idealizan todo, se imaginan viviendo en un castillo de una princesa, y pasan los días esperando a su príncipe azul que las tiene que rescatar. A medida de que vamos creciendo, la ola de la cruda realidad se avecina y nos cubre de los pies a la cabeza. Y aun así, aunque seamos conscientes de lo que hay, las típicas películas románticas tontas nos devuelven a nuestro cuento de hadas, creando las falsas expectativas sobre lo que es el amor.

Desde los tiempos remotos el amor se ha expuesto como un sufrimiento constante. Novios y novias que se mueren por amor, como sucede en Romeo y Julieta, novios que matan a sus mujeres por celos como ocurre en Hamlet y miles de ejemplos más nos inculcan ( aunque sea inconscientemente) que el amor y la toxicidad es lo mismo, que si tu novio no tiene celos, no se pelea contigo y no te exige, y ¡por Dios!, si no te pega, es que no te quiere.

Nos ha costado mucho, y sigue costando a día de hoy normalizar una relación sana en la que cada uno de sus “partícipes” es un ser independiente y lo que hacen juntos es vivir una experiencia bonita, es completar uno a otro pero nunca jamás fundirse uno en otro. A día de hoy, aun sigue presente en muchísimas ocasiones una de las variables de una relación tóxica y es la dependencia emocional, que hunde no solo, a ti, sino también a tu pareja.

Por propia experiencia, en este caso de la que padece la propia dependencia, puedo decir y afirmar con la total seguridad, que en ocasiones es un “síndrome” que puede causar un daño psicológico irreparable. La dependencia emocional puede ocurrir por varias razones: la falta de afecto por parte de tus padres, los traumas infantiles o, como ha ocurrido en mi caso, una autoestima baja.

Para los que no entiendan de lo que se trata, la dependencia emocional es básicamente, el miedo de un día encontrarte solo. Es el miedo a la ruptura, miedo a quedarte sin una relación por muy tóxica que sea. La dependencia es fundirte en otra persona, necesitarlo en todo momento. Todos los planes giran en torno a su vida, NUESTROS planes, olvidamos por completo de lo que son nuestros deseos, de lo que queremos en la vida, llega un momento en el que dejamos de existir como personas. Es una obsesión con otra persona, y ojito, no te va a hacer bien ni a ti, ni a tu pareja, porque llegas a querer controlar todos los aspectos de su vida y te aseguro que en el 99% de los casos no podrás hacerlo y te vas a frustrar.

No hace falta cumplir con todos los síntomas para darte cuenta de que padeces una dependencia, y mucha gente no se da cuenta durante toda su vida.  Pero si un día te levantas y te das cuenta de eso, te aconsejo que te vayas. Así, por muy duro que suene, por mucho que creas que quieres a esa persona, vete. Porque te garantizo que se trata de todo, menos de amor.

Porque por mucho que pidas, siempre te va a faltar ese afecto, ese apego constante. Siempre vas a sentirte inferior a otra persona, porque es lo que tiene la dependencia: idealizas tanto a tu pareja que te hundes, y te sientes menos, mientras que, por norma general tu pareja esté en una nube de su autoestima, nutriéndose de tus inseguridades y alimentando a su narciso que lleva dentro a tu costa.  La pareja de un dependiente suele cumplir un mismo patrón de manipulación, como suele ser la frialdad o un distanciamiento social. Si al menos con un rasgo te has sentido indentificado/a, insisto: vete. Vete no, huye.  Porque más vale solo que mal acompañado. Pero eso sí, aprendemos de los errores y arreglamos los nuestros, porque los traumas se superan y la autoestima se sube. Y si no puedes solo, el psicólogo no es una mala opción.

Nuestra salud, por encima de todo, y primero tú, después tú y después otra vez tú. Cuídate, y no te va a faltar de nada. 

Si cumples al menos una de estas razones, huye de esa relación