viernes. 26.04.2024

Sputnik V, con "V" de Vender

Hoy me he despertado con un ligero sentimiento patriótico e incluso un poco de nostalgia por mis raíces. Estaba tomando mi café en el balcón, mientras el sol me daba en la cara (uno de los privilegios que tiene este país), cuando me vino la inspiración y dije: voy a hablar de las vacunas rusas. Porque sí, hay un par de aspectos que estaría bien comentar.

Bien, analicemos la situación. Desde hace un año que el mundo sufre una grave pandemia, generalizada por alguien que se comió a un murciélago, y causa del cual corremos un grave peligro, pero ojo, solo después de las 18:00, antes no pasa nada. Pues bien, obviamente esta situación no puede durar siempre, hay que hacer algo o al menos hacer parecer como que se hace algo ¿no? Entonces, dicen los gobiernos, ya que nos ponemos, pues al menos que no sea en vano, vamos a sacarle máximo provecho de esto: hacemos una vacuna, montamos un enorme negocio y sacamos dinerito.

Y es lo que es, y es lo que parece: la vacuna es un negocio. Pero un negocio internacional, implicado más de la mitad de los países del mundo. Y tal como quería hablar de Rusia, hablaré del Sputnik V, que va a ser nuestro protagonista.

 Esta vacuna, creada y registrada a finales del agosto del año pasado, se saltó todas las normas posibles: se había probado en escasísimos ensayos previos y solo durante las primeras fases de desarrollo, cuando lo suyo sería probarla al menos hasta la fase III. Pero bueno, a lo hecho pecho.

La vacuna generó una tremenda polémica en la comunidad científica, principalmente por la ausencia de los resultados del estudio de la fase III. Los científicos de vacunas británicos y estadounidenses calificaron la aprobación del gobierno ruso del Sputnik V como "peligrosa", "imprudente" y "tonta".

 Pero en sus mejores tradiciones, la opinión se cambia más rápido que el tiempo en la Costa del Sol: la eficacia del Sputnik V consta de un 91% aproximadamente sin efectos secundarios.  Y al final, todos los que se negaron a esta vacuna, se compran las dosis como se tratase de la droga, y España entre ellos, ya que visto lo visto, el Pfitzer no será tan eficaz. Hoy en día, más de 20 países han solicitado la vacuna rusa,

Objetivo destacado: negocio monetizado, vacunas vendidas, todos sanos ( o por lo menos de camino a ello). Todo genial. Seguro que os creará una duda, de por qué yo digo lo que digo y de dónde sale tanta seguridad. Muy fácil: aparte de las vacunas, cada país tiene su política en cuando a la lucha contra el Covid. Cuarentenas, toques de queda, estados de alarma, cierres, etc. Rusia se los lleva todos por delante: simplemente no hace nada. Impuso el cierre de los bares a las 23:00 y el uso obligatorio de las mascarillas, pero sin éxito: una de las características que define a los rusos (y me incluyo), es que el 90% de las normas impuestas por el gobierno, las pasamos por el forro, por decirlo de forma más sutil posible. Las mascarillas estaban en todos lados menos donde tenían que estar: en la frente, en el codo, en en la barbilla, e incluso en la calva.  ¿Resultado? Más de 4.000 000 de personas contagiadas, hospitales saturados, pero todo normal. Conciertos, bares, restaurantes sin el aforo limitado, transporte público lleno, gente trabajando en espacios cerrados sin mascarilla. Te enfermas, te curas, sales y cuando se te acaben anticuerpos, te vuelves a enfermar. Y así en bucle.

Está claro que al gobierno no le importa demasiado la salud de su población, y la creación de la vacuna claramente no es un acto altruista. Se trata de dinero, mucho dinero. Desgraciadamente es el único interés que puede tener este país, porque, visto lo visto, los ciudadanos les importan bien poco.

 

 

Sputnik V, con "V" de Vender