Trastornos alimentarios en Navidad: claves para manejar comida y comentarios
Mesas llenas de marisco, asados, pescado, polvorones, turrones, mazapanes y copas que se rellenan sin parar. En muchos hogares, las cenas de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo se preparan con mimo, con aperitivos interminables y platos pensados para lucir.
Para una parte de la gente, ese ambiente es una imagen bonita. Para quienes conviven con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), puede sentirse como auténtico "terror y pánico". Y a ese reto se le suman las comidas de empresa y las quedadas con amigos, que hacen que los días señalados lleguen con hartazgo. En no pocas casas, la Navidad se vive como una auténtica fiesta de la caloría.
Además, aparecen los comentarios sobre el cuerpo, a veces con “buena intención” y otras con poco tacto. Frases como comentarios sobre los cuerpos ajenos suelen caer sin preguntar cómo está la persona por dentro, y pueden hacer mucho daño si ya existe un problema de salud mental relacionado con la alimentación.
Los TCA se describen por cambios patológicos en actitudes y conductas vinculadas a la comida. Entre ellos destacan la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Pueden incluir restricción de calorías o atracones compulsivos con o sin purgas, mediante vómitos, laxantes, pastillas para adelgazar, diuréticos o ejercicio excesivo.
Se trata de un problema de salud de primer orden que afecta en un 90% a mujeres. Existe consenso en que el enfoque debe ser multidisciplinar, con profesionales de Psicología, Psiquiatría, Endocrinología, Nutrición y, en algunos casos, Ginecología, según la gravedad.
Navidad con anorexia: emociones a flor de piel
Laura (nombre ficticio) tiene 25 años y empezó con anorexia cuando tenía 14. Estuvo en tratamiento durante cinco años, con un año y medio en un hospital de día, por una anorexia que le hizo quedarse en 37 kilos.
Así resume aquella etapa: "Me provocaba vómitos, no ingería nada, me saltaba las comidas o comía lo mínimo y por obligación". En esas fechas, cuenta que la vivencia era "entre la rabia y la ansiedad": "A la fuerza hay que ir a reuniones familiares que implican comer más y más. Perdía el control de lo que yo quería hacer, más bien lo que el trastorno quería que hiciera".
En su caso, explica que el origen no fue una sola causa, sino la mezcla de varios elementos: "Una alta autoexigencia, el perfeccionismo y una gran dificultad para gestionar mis emociones". Con el tiempo, la preocupación por la comida y el cuerpo creció hasta que se obsesionó con la alimentación y el cuerpo, y la comida le sobraba cada vez más, buscando restringir al máximo las ingestas.
Ahora, su mensaje intenta abrir una puerta a quien esté pasando por lo mismo: con ayuda, se puede salir. "Se vuelve a nacer, al principio es duro, pero la curación es posible", afirma.
Herramientas y talleres para afrontar las comidas
Pedro Manuel Luis Lázaro, jefe de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española para el Estudio de los TCA, subraya que el 65% de las personas que sufren estos trastornos se recupera con el tratamiento adecuado. Aun así, advierte de que un tercio puede cronificarse, con “riesgos muy importantes” para la salud física y mental, y con casos extremos en los que aparece ideación suicida.
Según detalla, el tratamiento para salir de un TCA suele durar entre tres y cinco años. Señala que afecta sobre todo a mujeres adolescentes, aunque no exclusivamente. También alerta de un aumento de anorexia y bulimia a edades muy tempranas en niñas, y de más casos de trastorno por atracón en edades adultas.
Sobre las fiestas navideñas, confirma que añaden dificultad en un momento del año que gira alrededor de comer y mostrar comida. En las unidades, explica, se preparan talleres específicos con familias para anticipar ese periodo: "Es una fiesta asociada con la comida y, sobre todo, con la exhibición pública de la comida y esto no ayuda".
En ese contexto, señala que se concentran muchas calorías en poco tiempo y que para muchas personas la Navidad se vuelve una pesadilla. También influye escuchar mensajes repetidos como "de media los españoles engordan dos o tres kilos en Navidad" y mantener conversaciones constantes sobre alimentos durante esos días.
Entre las pautas trabajadas en esos talleres, se incluye que no es necesario que quien tenga el trastorno siga el mismo menú que los demás comensales. Se recomienda pactar con antelación qué se come, incluso ajustar cantidades, y cortar de raíz los comentarios insistentes sobre la comida. Y, por supuesto, evitar observaciones sobre el físico, el cuerpo o la ropa.
La directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña (ACAB), Sara Bujalance, sitúa dos picos claros de consultas: después del verano y después de Navidad. No lo considera casual: uno coincide con mayor exposición del cuerpo y el otro con mayor exposición a la comida.
En su experiencia, "En Navidad se disparan las conductas de riesgo y les provoca mucha ansiedad. Muchos dicen que es una tortura para ellos", y pide hacer una reflexión general sobre cuánto tiempo ocupa en la N