miércoles. 24.04.2024

Estamos en la época de las nuevas tecnologías. Sí, sí, llevamos desde el s. XIX diciéndolo. Pero hoy en día el mundo está más digitalizado como nunca. La crisis del coronavirus y los confinamientos por todo el mundo hicieron que nuestra casa se convierta no solo en un hogar, sino también en nuestra oficina.

Y por si fuera poco, las empresas se vieron tan afectadas a consecuencia de la crisis, que tuvieron la obligación de despedir a la gran parte de sus empleados. Miles y miles de personas se quedan a diario sin trabajo, y, otras miles y miles se quedan en el paro durante décadas. Mientras tanto, en vez de dar el empleo a las  personas que lo necesiten y ahorrarse los gastos de seguridad social, la gran parte de las compañías prefieren contratar a los freelancers, que ahora están retomando el poder en el mundo laboral (aunque con ciertas dificultades).

El origen de la palabra freelance se remota en el término medieval inglés usado para un mercenario (free= libre y lance = lanza). Los caballeros de aquellos tiempos no servían a nadie en concreto, sino podrían ser alquilados por cualquiera.

Y así es ser un freelancer hoy en día. Si hay alguna ventaja que le define al 100% es que sus servicios pueden ser alquilados por cualquier persona, cualquier negocio, cualquier empresa. Básicamente no tienen dueños. Trabajan por su propia cuenta.

Varios periodistas, diseñadores, arquitectos, profesores, agentes inmobiliarios, fotógrafos, contables, los community managers, publicistas, informáticos, artistas, etc., hoy en día hay millones y millones de profesiones que supieron hacer su trabajo más cómodo día a día. Podría ser similar a lo que es ser autónomo en España. ¿Ventajas? No tienes horarios: tu objetivo principal es deadline- entregar el trabajo el día previamente acordado- y tu te organizas como a ti te de la gana, como si quieres tocarte el ombligo tres días y al cuarto ponerte a trabajar como un condenado. Como la mayoría de las personas con teletrabajo, adiós a los trajes incómodos, ahora puedes trabajar en pijama, y que gloria y que envidia.  Puedes viajar, visitar países, ciudades. Es lo que tiene la modalidad online: cualquier parte del mundo no es un límite para tu trabajo. Al no ser que estés perdido en los bosques de Siberia, claro.

Pero claro,  lo barato sale caro y  como ocurre con todo, no es como parece. Ser un freelancer no es vivir en la nube, puedes correr el riesgo de que no encuentres trabajo por una alta competencia o simplemente que no te llegue al fin de mes. Cuando decidas tener vacaciones, obviamente no van a corren en tu cuenta. Te pasas la gran parte de tu día solo, por lo que llegará un punto en el que quieras hablar ( y hablarás ) hasta con las plantas. Vas a sentir que estás pegado al portátil y tu culo a la silla, así que mi consejo: haz ejercicio en tus huecos libres: corres el riesgo de terminar siendo una foca en tiempo récord.

Ser el freelancer y ganar mucho dinero significa ser el mejor en tu sector. Uno de los requisitos imprescindibles para meterte en el mundo del freelance ya ni es la experiencia, es el conocimiento. La formación constante, cursos, talleres, todo que te haga experto en tu trabajo es bueno para ti. Aparte de ello, creo que es obvio saber venderte bien, porque si no, ¿quién te va a contratar? Va bastante relacionado con tu portafolio, que tiene que estar muy potente. Llamativo, atractivo, todo lo que incite a la gente a pensar que eres imprescindible en sus vidas.

Si te lo montas bien, tus ingresos no tendrán límites. Ya verás que con la constancia y esfuerzo todo llega. Querer es poder, así que échale muchas ganas y mucho ánimo. 

¿Ser o no ser? El dilema constante de los freelance