viernes. 11.10.2024

 

El suicidio constituye un gran problema de salud pública a nivel mundial y, en España, es la primera causa externa de mortalidad entre los 15 y 29 años. En este sentido, los profesionales de RECURRA-GINSO, un programa que ofrece apoyo a las familias en situación de conflicto con sus hijos e hijas adolescentes en diferentes lugares de España, han identificado un incremento de perfiles de jóvenes con autolesiones y riesgo de suicidio desde el inicio de la pandemia, e insisten en la necesidad de desestigmatizar el cuidado de la salud mental para abordar este problema que sin duda requiere de una actuación urgente.

Potenciar los factores de protección, clave para la prevención

"El confinamiento y la pandemia ha quebrado mucho a los jóvenes. Nadie les ha enseñado a convivir con la incertidumbre", explica Javier Urra, Director clínico de RECURRA-GINSO. Según el profesional, muchos jóvenes han experimentado los efectos psicológicos, económicos y sociales de la pandemia. Sin embargo, el psicólogo apunta que no ha sido el único factor determinante, sino que vivimos en una sociedad marcada por el consumismo, el estrés, y que busca constantemente la felicidad. "No estamos educando a los adolescentes a fortalecer el carácter y afrontar los problemas" opina. "Por ello, debemos potenciar los factores de protección en la adolescencia aumentando su autoestima, resiliencia y habilidades socioemocionales para superar los desafíos que encuentren", explica. 

"El comportamiento suicida es un fenómeno complejo y de gran variabilidad, cuya causa no puede reducirse a la mera existencia de trastornos mentales o vivencias traumáticas, ya que es un fenómeno multicausal", apunta Urra. En este sentido, los expertos consideran que es fundamental comprender los motivos y circunstancias que llevan a la conducta suicida para prevenirla de forma eficaz. Por ello, las actuaciones preventivas han de actuar en todos los niveles posibles para detectar las autolesiones o conductas suicidas lo antes posible, facilitando la adquisición de habilidades psicológicas y socioemocionales para gestionar el sufrimiento de manera constructiva. "Además de fortalecer la prevención social, la clave para poner solución a este problema sería poder contar con más profesionales especializados en salud mental infanto-juvenil, ya que mientras Europa ofrece de media 18 psicólogos por cada 10.000 habitantes, España sólo ofrece 6", añade.

Es fundamental estar atentos a diversas señales de alarma, como la tristeza profunda, expresiones como 'la vida no tiene sentido', el aislamiento social, el descuido en la higiene personal, marcas o heridas en la piel inexplicables, así como revisar el contenido que consumen a través de  Internet. No obstante, los profesionales advierten que, aunque la prevención en muchos casos es un factor determinante para la recuperación, en el 70 % de los casos de suicidio, los familiares percibieron estas señales y aun así, fueron incapaces de evitarlo. "Es muy importante que las familias no sientan culpabilidad o vergüenza ante tal situación, y sean capaces de pedir ayuda y hablar de ello para sobrellevar el duelo", apunta el experto. 

El suicidio ha aumentado entre jóvenes desde el inicio de la pandemia