viernes. 29.03.2024

"Se hace el silencio, ¡Ha sonado la campana! Una camita vacía, ya le sobra hasta el pijama..." así es como la Comparsa del Tocina anunciaba de manera poética y emocionante que, Manuel, un joven sevillano que llevaba 8 largos meses luchando contra el Cáncer, finalmente ha ganado la batalla y toca la campana ante un Hospital Virgen del Rocío emocionado que resuena con aplausos.

Es un momento de alegría y emoción, donde para Jesús, el padre de Manuel, aun duele echar la vista atrás y recordar el momento en el que, junto a su hijo, tuvo que pasar "el arco que pone Oncohematología". Y es que no es fácil ver que tu hijo, la persona que más amas en el universo, ha comenzado una guerra tan dura y difícil de ganar, como es la lucha contra el cáncer. 

En plena época de cambios, donde un niño pasa de niño a adolescente, las hormonas, el cambio de voz y otras evoluciones de la edad no llegaron solas para Manuel. A la entrada de la adolescencia le esperaba un un sarcoma que, ocho meses atrás, le hizo despedirse de compañeros y profesores de instituto, para comenzar un curso más difícil de la vida. 

Durante casi un año, la planta de oncología se ha convertido en su nuevo hogar, los niños que sufrían los estragos de la quimioterapia en su piel, eran sus nuevos compañeros y en parte, su nueva familia. Acompañándole, cubriéndole las espaldas, unos padres que, a pesar del dolor, sonreían y aportaban la fortaleza necesaria a su hijo, al ver a la persona que más aman, sufrir.

"Ha sido duro, lo más duro de mi vida, pero he de agradecer a enfermeros, oncólogos, personal de la limpieza, los voluntarios de Ándex, tanta gente que nos ha hecho sonreír y no nos ha dejado caer en todo el proceso. Cuando pasan los primeros días de la noticia y empiezas a conocer a todo el personal y cómo te tratan, te salen las fuerzas y las ganas que creías que no ibas a tener"explica Jesús muy agradecido.

A esas personas que han estado con él han ido dedicadas esas bonitas palabras que Manuel, ha expresado a modo de agradecimiento, antes de tocar la campana. El sevillano, es un gran amante del carnaval de Cádiz, amor que le viene de su padre, integrante de la comparsa del Tocina, grupo del que es el amuleto. 

Este ha sido el primer paso para la nueva vida de Manuel, el cual, por suerte, tras mucha lucha, podrá disfrutar de muchos carnavales más, ahora volverá al instituto, cantará coplas de carnaval y sobre todo, recuperará la sonrisa y su vida, sin olvidarse de los nuevos amigos que ha hecho, y saliendo vencedor, de una de las batallas más duras que pudo haberle puesto la vida.