jueves. 02.05.2024

Más del 66 por ciento de los pacientes con trastornos mentales graves fuma, una relación que se debe a la existencia de factores comunes neurobiológicos y sociales que conducen tanto al desarrollo del trastorno adictivo como a sufrir otros trastornos mentales, según ha afirmado el psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual, Carlos Parro.

"Probablemente, una de esas alteraciones neurobiológicas sea la del sistema cerebral colinérgico nicotínico endógeno, que produce síntomas emocionales y cognitivos que el consumo de tabaco puede aliviar temporalmente", ha explicado Parro, que ha indicado que muchos pacientes "probablemente" encuentran en el consumo de tabaco una mejoría temporal de algunos de sus síntomas, lo que les hace desarrollar "una adicción más grave que las personas sin otros trastornos mentales, y esto hace que el tratamiento sea más complejo y que los porcentajes de recuperación sean más bajos".

Así lo ha indicado el especialista durante su intervención en el 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y del 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que reúnen estos días en Mallorca a más de 2.000 expertos internacionales vinculados al ámbito de la salud mental.

Carlos Parro ha lamentado que, pese a toda esta evidencia, sin embargo, el trastorno por uso de tabaco siga siendo "el gran olvidado" entre los pacientes con trastornos mentales.

"Desde la salud mental no solo no se ha abordado su tratamiento sino que, a veces, incluso a día de hoy, fumar está muy normalizado entre las personas con trastornos mentales e, incluso, los profesionales, con nuestras actitudes y protocolos, favorecemos el consumo. Yo creo que se le presta menos atención tanto por un desconocimiento de los factores neurobiológicos implicados como por un cierto paternalismo de los profesionales, que pensamos que los pacientes no pueden permitirse algo tan complejo como dejar de fumar y tenemos cierto temor a las descompensaciones psicopatológicas si los pacientes lo hacen, lo que es al menos controvertido y, en mi experiencia, no sucede", ha argumentado el psiquiatra.

En este sentido, el especialista ha asegurado que los pacientes "tienen mucho interés por dejar de fumar", por lo que se les debe dar la oportunidad y apoyarles con todos los recursos que se tienen. "Al final, conseguir que nuestros pacientes dejen de fumar es probablemente la intervención más efectiva para alargar la vida de las personas con trastornos mentales graves, de forma que si no identificamos y abordamos este problema les estamos privando del derecho a ser ayudados a dejar de fumar y a vivir más", ha señalado Carlos Parro, que ha animado a los profesionales de la salud mental a apoyar que la gente deje de fumar "siempre que así lo deseen y a trabajar la motivación de aquellos que aún no se sienten preparados para dar el paso".

El miembro de la Sociedad Española de Patología Dual, no obstante, ha reconocido que existe un porcentaje muy importante de las personas que sufren trastornos mentales graves que van a fracasar en sus intentos de dejar de fumar o que nunca se van a ver motivados para hacerlo. En estos casos, según el psiquiatra, cualquier alternativa que disminuya significativamente el riesgo de complicaciones para la salud derivadas del consumo de tabaco está justificada.

"Probablemente debamos atrevernos a extender los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos, buscar objetivos que no sean la abstinencia o utilizar otros productos que suministran nicotina (cigarros electrónicos o tabaco sin combustión). Entiendo la preocupación que los productos smoke-free generan a nivel de salud pública, pero a nivel individual para las personas con trastornos mentales graves pueden ofrecer una ventaja que mejore la salud y la calidad de vida de las personas que, aunque quieran, no pueden dejar de fumar, por lo que deberían contemplarse en los planes de salud pública para aquellos pacientes con especial dificultad en dejar de fumar, como son los pacientes con enfermedad mental grave", ha concluido Carlos Parro.

Más del 66% de los pacientes con trastornos mentales graves fuma