La tasa 'single': el curioso coste extra de vivir, viajar y gastar sin pareja
Las personas que viven solas afrontan costes más altos porque casi todo está diseñado para compartir gastos en pareja o grupo. ¿Por qué es más caro ser soltero?
Vivir solo es sinónimo de independencia, pero también puede venir con una factura más abultada de lo que muchos imaginan. Más allá del coste emocional o ideológico, existe una “tarifa extra” bastante tangible que afecta a quienes deciden, o deben, gestionar su día a día sin pareja. Este suplemento se cuela en casi todo: hipotecas, alquileres, viajes, seguros y hasta la compra del supermercado, acreditando una realidad poco comentada pero ampliamente extendida.
Este fenómeno recibe el nombre de tasa ‘single’. No importa si la soltería es una elección, una circunstancia renovada o una transición vital: el recargo por cuenta única rompe cualquier tipo de romanticismo. Los sistemas de precios y tarifas parecen empeñados en emparejar a la clientela, dejando a las personas solas frente a tickets menos amables.
Hablamos de un pago adicional que no discrimina: solteros, divorciados o viudos, todos acaban pagando más simplemente por navegar solos contra la corriente de los modelos familiares tradicionales. Ya sea una hipoteca, un viaje o una póliza, el coste sube si no hay otra nómina, DNI o vaso en la mesa del desayuno.
- Cómo afecta la vivienda y las hipotecas
- Seguros, servicios y la comprita diaria
- Viajar solo también sale más caro
- Trucos para esquivar el recargo soltero
Cómo afecta la vivienda y las hipotecas
Puede que la tasa ‘single’ no figure en los carnés de identidad, pero se refleja en las cuentas de banco. Este sobrecoste nace de la economía de escala: muchas tarifas o productos están diseñados pensando en dos, lo que deja fuera de juego a los unipersonales. ¿Ejemplo clásico? El temido suplemento individual en el turismo, que obliga a los viajeros en solitario a abonar un extra por no compartir habitación.
En el ladrillo y en el alquiler, la cosa tampoco mejora. Los bancos y las inmobiliarias calculan riesgos y cuotas en función de todos los ceros que entren en casa. Así, si dos titulares comparten piso, las condiciones mejoran: el esfuerzo económico se diluye y las entidades financieras se sienten más cómodas al prestar dinero. Cuando sólo hay un protagonista, el porcentaje de deuda respecto a los ingresos se dispara. Eso se traduce en hipotecas menos competitivas, requisitos más estrictos o seguros más caros, sin olvidar que muchas promociones siguen apuntando a parejas o familias tradicionales.
Seguros, servicios y la comprita diaria
La tasa ‘single’ no se limita al mundo de la vivienda. Como subrayan los expertos de Fiact Seguros, las pólizas familiares o con más de un titular suelen rebajar precios, mientras que para quien va en solitario, nada de descuentos. Suma y sigue: contratar energías, packs de telefonía o seguros de salud individual puede suponer primas elevadas, sin opción a reducir gastos por división entre varios usuarios.
Ni siquiera la cesta del supermercado perdona: comprar formatos mini o evitar desperdiciar alimentos muchas veces implica pagar de más por unidad. La falta de líneas y promociones específicas para hogares de una persona hace que economizar sea toda una gesta diaria. Por cada compra, un pequeño recordatorio de que vivir solo, en la práctica, rara vez es más barato.
Viajar solo también sale más caro
El sector viajes encarna la cara más visible de este “impuesto invisible”. Reservar un crucero, una habitación o sumarse a un tour conlleva, en demasiadas ocasiones, un suplemento calculado para que nadie se libre de su parte proporcional. Según el portal ‘Viajeros Singles’, los hoteles y navieras aplican el recargo por uso individual porque sus tarifas se basan en ocupación doble.
Esta penalización no tiene una norma fija: a veces es un porcentaje del paquete —entre el 10% y el 50%, otras, una cuantía cerrada o incluso el precio completo de la segunda plaza, especialmente en el caso de los cruceros más exclusivos. La razón es sencilla: estos negocios venden habitaciones, no camas; y si falta un segundo huésped, el margen se compensa sumando recargos al solitario.
Trucos para esquivar el recargo soltero
Ante esta realidad, los expertos sacan la artillería de ideas para que el bolsillo no tiemble tanto. Recomiendan comparar ofertas orientadas a singles, negociar condiciones personalizadas en préstamos e incluso explorar aseguradoras o proveedores que ofrezcan soluciones a medida, muchas veces ignoradas por la publicidad masiva.
Apuntarse a agencias de viajes que montan grupos para compartir alojamiento, reservar fuera de temporada alta o estar atento a promociones relámpago suele ser una estrategia ganadora para rebajar el temido suplemento. Y, por supuesto, abrirse a la fórmula de compartir piso o los coworkings habitacionales ayuda a dividir gastos. No todo está perdido: en la jungla urbana también hay hueco para la sagacidad.